En primer lugar tengo que decir que aprovecho este blog de forma
oportunista y manipuladora para que mañana por la noche, no hagáis planes ni
busquéis otro canal entre los aborrecedores
diales de la TDT que no sea Cuatro ya que a la hora de la cena podréis
ver una de mis películas favoritas, El Rey León.
Algo tienen las películas de Disney, o tenían mejor dicho. Huelen a
galletitas dulces y a chimenea de leña. Ver una película “antigua” de Disney es
como que te arropen con una buena manta en invierno. Es algo suave, pacificador,
cálido, bonito y entrañable. Sus colores, personajes, melodías e historias son
preciosas y preciosistas.
La película que nos atañe, El Rey León, me sobrecogió al verla, nunca
había visto tal carrusel de personajes dotados de una personalidad especial
cada uno de ellos. La primera vez que la vi, reí, me sorprendí, me enfadé y
lloré. Que una película colme tantos espectros emocionales tiene que tener
algo.
No hace mucho volvieron a reestrenarla en los cines conmemorando algún
aniversario o operación mercantil. Por supuesto que fui a verla, de niño no
pude verla en el cine (ir al cine era un artículo de lujo en aquellos días para
mi familia), así que quise satisfacer, una vez más, al pequeño Juanito.
Disfruté como la primera vez, canté las canciones como si fuera Simba y
salí de la sala para no ver la muerte de Mufasa, como siempre.
Espero que los que no la habéis visto arregléis el orden natural de la
vida y LA VEÍAS.
Pequeña felicidad Número 67.
Lo q disfrute ir a ver el rey leon en el cine. Parecias un niño cantando y emocionandote. Jejeje. La verdad es q los dibujos animados d Disney son preciosos. El domingo en casa la volvimos a ver incluso Christian la estaba mirando. Jejeje. Fue su primer pelicula de dibujos animados d Disney (tu favorita). Jejejej
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