sábado, 14 de abril de 2012

#53. Llegar a tiempo.


¿Recordáis al Señor Conejo de Alicia en el País de las Maravillas? Su cara de valium no auguraba buenas perspectivas, seguramente llegaba tarde porque se pasó con los somníferos la noche anterior, pero quiero creer, que al final, llegó a tiempo, fuera donde fuere que iba.

Soy muy puntual, y que conste que me encanta que la gente lo sea, pero por supuesto que muchas veces el reloj me ha pillado mirando hacia otro lado. Miras la hora y piensas “no llego, imposible”, pero aún así te pones a cámara rápida, empiezas a hacer lo que los hombres no hacemos muy bien, abarcar dos o más cosas a la vez.

Sin embargo, y con que el tiempo es relativo, dijo Albertito, de vez en cuando funcionamos a más de 60 minutos por hora. Llegas como un fórmula 1 a rebufo del primero, parece que no, pero finalmente entras bajo el crono.

El bajón posterior a la supra-liberación de adrenalina es increíblemente anestésico, llegas donde tienes que llegar, y te irías a dormir. Pero no pasa nada, he llegado a tiempo, no vayan a decir que llego tarde.

Pequeña felicidad Número 53.

Esta entrada va dedicada a mi hijo Christian, al que hoy bautizamos con una gran fiesta rodeado de “los nuestros” (con acento italiano mafiesco por favor).

No hay comentarios:

Publicar un comentario