Adoro cantar, canto en la ducha, en
casa, por la calle andando, puede que cante hasta de dormido, pero disfruto,
sobre todo, cantando en el coche. No me importa si voy por la autopista o cerca
de un colegio de silenciosas y tranquilas monjas. Canto como si Woodstock 69 se
mudara al interior de mi coche. Interpreto, cierro los ojos, incluso puede que
el volante haga de batería improvisada pero ante todo, disfruto, como un niño
pequeño tirando piedras a botellas de cristal.
Cuando alguna vez veo a alguien en
un coche cantando no puedo evitar reírme imaginando como se me ve a mí desde
fuera, pero vaya, me da lo mismo. Cuando canto en mi coche el mundo se para,
soy invisible e inaudible. Yo soy la estrella.
Una de las cosas que más me gusta
hacer de mi vida. ¡Que se lo digan a los oídos de mi mujer!
Si veis un aspirante a Freddy Mercury en un coche absolutamente desbocado, saludad, soy yo.
Atención al video. No os lo podéis perder.
Pequeña felicidad Número 44.
No hay comentarios:
Publicar un comentario