El séptimo día descansó, pero quizás Dios descansó yendo a dar una
vuelta, a tomarse un cafetito intergaláctico mientras leía el primer número de “News
of the world”.
Todo sucede cuando te despiertas temprano, aunque no tengas que ir a
trabajar, no son ni las 10 de la mañana cuando ya estás harto de ver la tele y
de marcar el sofá a base de posaderas. Hace un día fantástico y casi casi que
no queda más remedio que planear algo.
No puedes ir al cine porque ahí no brilla el Sol. El cine es para días
nublados.
Decides coger el coche e irte lejos, no vale hacer un plan para acabar
en una terraza a 5 km de casa, es como cuando de niño te ibas de casa para “mudarte”
al jardín (quien lo tuviera).
Hoy nos hemos ido a Valldemossa, pueblo “chopiniano”. Precioso, lleno
de calles asimétricas llenas de poca premeditación. Paseo con mi mujer y
nuestro precioso hijo, tomamos café, miramos un par de tiendas, comemos un
dulce típico del pueblo, tomamos el Sol involuntariamente y damos rienda suelta
a la cámara del móvil (para algo útil están).
No hace falta un complicado plan para que un domingo sea distinto,
especial y mejor. Recordad siempre que la belleza de las cosas se observa mejor
en plena sencillez.
Pequeña felicidad Número 40.
No hay comentarios:
Publicar un comentario