Muchas veces no sabemos dónde
podemos encontrar ayuda, vivimos en un mundo tremendamente egoísta en el que
podemos observar a diario como la gente se despelleja la una a la otra para
después ofrecer un efusivo apretón de manos como símbolo de falsa amistad.
Me encuentro entre las personas que
reciben solicitudes de ayuda, no tengo problema, mis espaldas son anchas.
Valoro muchísimo que alguien confíe en mí y en mi capacidad. Me hace sentir
capaz, y automáticamente adquiero un compromiso vital con esa persona. Por mi
trabajo, es algo que veo casi a diario, quizás por eso esté enamorado de él. Me
permite ayudar a la gente a diario, y su gratitud es proporcional al esfuerzo
que ambos ponemos sobre el tapete.
No temáis pedir ayuda, simplemente
elegid bien el destinatario. Si confiáis en alguien, será vuestro hombro donde
apoyaros.
Os agradezco que confiéis en mí. Me
hace feliz ayudar a ser feliz. Gracias, y de nada.
Pequeña felicidad Número 41.
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