viernes, 30 de marzo de 2012

#38. Cuando algo se te cae y ves que no le ha pasado nada.


Pocas cosas producen tantos escalofríos como cuando algo frágil y de valor se nos cae de las manos al suelo. El simple pensamiento de verlo hecho pedazos provoca un cerrar de ojos más rápido que la palabrota que lo sigue.

Dios sabe que odio los teléfonos móviles, y ahora más que nunca en pleno apogeo de facebook, pero hoy mi Iphone (mi herramienta de trabajo) se ha ido al suelo en pleno acto suicida, tras rebotas cual balón de rugby ha quedado boca arriba pero con la pantalla cubierta tras la tapa de la funda que lo calienta. Me lo he mirado con auténtico miedo a retirar dicha tapa y encontrar el cristal lleno de fallas.

Segundos después, me he atrevido, lo he abierto como lo haría el prota de una peli, sólo me faltaba la música de fondo. El alivio se ha convertido en un “¡mecaguen, menos mal!”. Intacto, con todas sus funciones vitales en perfecto funcionamiento. Una persona puede caerse de una acera y fastidiarse un tobillo, este móvil ha caído de una equivalencia humana de 5 pisos y ahí sigue. Ojalá estuviera hecho del material del móvil. Inmortal.

Pequeña felicidad Número 38.

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