No sé cómo escribir esto sin que me
vean los ojos llorosos, pero lo intentaré.
Siempre había visto esta fecha como
algo un poco absurdo, el día del padre, de pequeño creía que ese día mi padre
no tenía que ir a trabajar, o que las tiendas no abrían. Nada de eso, todo era
mucho más simple, casi pasaba inadvertido salvo por la visita al abuelo, le
regalábamos un paquete de Ducados (así lo quería y agradecía él) y poco más.

Respeto a los que piensan que este
día es producto de la extinguida “Galerías Preciados”, y en cierto modo
aciertan, pero antes de que las grandes superficies corrompieran en cierto modo
este día, una mujer llamada Manolita Vicente promovió ese día entre sus alumnos
a petición de los padres, celosos del Día de la Madre. Ese día los niños hacían
manualidades para sus padres. Maravilloso.
Mi querido Christian aún es demasiado
pequeño para hacerme algún “cenicero” de cerámica, sin embargo, me ha dado el
honor de sentirme como el mejor padre de mi mundo desde el primer día.
Te quiero hijo mío.
Pequeña felicidad Número 27.
No hay comentarios:
Publicar un comentario