domingo, 11 de marzo de 2012

#19. El baño de los domingos.


Sé que hoy en día, no todas las viviendas tienen bañera, pero de verdad os digo, que es algo que se ha repetido en todas las casas donde he vivido, no es sinónimo de poderío, es sinónimo de prudencia con respecto a mis pequeños placeres de la vida.
Que se detenga el mundo, y si no, lo mismo da...

Tampoco creáis que soy un despojo de la ecología y un hereje de la madre naturaleza, me ducho siempre, menos los domingos. Ese día pertenece al baño sin prisas, estés limpio o no, toque o no toque.

De pequeño, montaba todo un ritual, preguntaba a mi familia si alguno tenía que entrar en el baño durante la próxima hora, me ponía música en la radio, encendía velitas y hasta esparcía toallas por el suelo para no tocar las gélidas baldosas al salir. Y por si os lo preguntáis, sí, también me bañaba con juguetes ya fueran barquitos, patitos o transformers.

Estoy convencido de que Dios, tras observar su obra, se dio un relajante baño, con un barquito tipo arca y un muñequito de Adán y Eva. Al fin y al cabo, poco tiempo iba a tener después al ver el rumbo que su mundo torcería.

Pequeña felicidad Número 19.

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