Sé que hoy en día, no todas las viviendas tienen bañera, pero de verdad
os digo, que es algo que se ha repetido en todas las casas donde he vivido, no
es sinónimo de poderío, es sinónimo de prudencia con respecto a mis pequeños
placeres de la vida.
Que se detenga el mundo, y si no, lo mismo da... |
Tampoco creáis que soy un despojo de la ecología y un hereje de la
madre naturaleza, me ducho siempre, menos los domingos. Ese día pertenece al
baño sin prisas, estés limpio o no, toque o no toque.
De pequeño, montaba todo un ritual, preguntaba a mi familia si alguno
tenía que entrar en el baño durante la próxima hora, me ponía música en la
radio, encendía velitas y hasta esparcía toallas por el suelo para no tocar las
gélidas baldosas al salir. Y por si os lo preguntáis, sí, también me bañaba con
juguetes ya fueran barquitos, patitos o transformers.
Estoy convencido de que Dios, tras observar su obra, se dio un relajante
baño, con un barquito tipo arca y un muñequito de Adán y Eva. Al fin y al cabo,
poco tiempo iba a tener después al ver el rumbo que su mundo torcería.
Pequeña felicidad Número 19.
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