Me puedo imaginar cómo se quedó Noé
cuando terminó el arca, cansado, pero realizado. Así me siento yo cuando
culmino toda una semana de arduo trabajo con el último entrenamiento mano a
mano con mi gran amigo y socio Xisco Serra.
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Cuando dos sufren, el dolor es la mitad. |
No importa cuántas horas de trabajo
hayamos realizado, cuántos clientes nos han contado sus problemas, cuántas
charlas motivadoras hemos dado ni cuántos cafés hemos tomado. El último momento
de la semana es nuestro. El último entrenamiento, el más especial, el único de
la semana en el que después pudo irme a descansar a la paz de mi hogar.
Es el último clavo que Noé martilleó
en su arca, el último golpe, la última gota.
Pequeña felicidad Número 18.
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