sábado, 3 de marzo de 2012

# 11. Cuando los almendros florecen.


Me vais a perdonar que escriba tanto sobre la primavera, pero no encuentro otra época más bonita y especial en todo el año. Es como el despertar de una pesadilla (llamada invierno). Como no tener un duro en el banco y de repente cobrar tu nómina.

Para mí, la verdadera señal de que la primavera llega es cuando los almendros florecen por primera vez. Además sucede de repente, un día están desnudos y al día siguiente se visten de gala con sus colores más selectos.

No hay invierno
sin primavera.
El camino al trabajo se convierte en un museo agrícola. La primavera nos tiene preparados una decoración especial, por el trago gélido y amargo de la peor estación.

Pocas cosas más bellas pueden verse en cualquier parte. El brutal contraste de su ajada corteza con el color de los magnificentes pétalos es un espectáculo digno de Velázquez.

Pequeña felicidad número 11. 

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