domingo, 4 de marzo de 2012

#12. Trepar a un árbol.


Creo que a ninguno de nosotros nos bastó nuestra infancia. A mí me pasó demasiado rápido. No me di cuenta y ya me encontraba pagando facturas por un lado y revisando el euríbor con el otro. No me arrepiento de nada en mi vida, pero sin duda, crecí por encima de la velocidad permitida. Creo que por eso estoy muy conectado con mi “yo” de la infancia. Con ese Juanito.

De vez en cuando me gusta hacer cosas de niños, como pisar charcos, mirar películas de dibujos entre otras, y ayer, después de muchísimos años, volví a trepar a un árbol. De niño mi padre me lo tenía prohibido, y como chico obediente que era puedo contar con los dedos de una mano las veces que lo hice. Pero ayer le di un gusto a ese pequeño bonachón.

Subí a una higuera de un salto, y la verdad, fue divertidísimo. Os lo recomiendo. Mi mujer, al ver mi cara, tuvo que probarlo.

El gran Neruda dijo una vez: “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.

Pequeña felicidad Número 12.

No hay comentarios:

Publicar un comentario