Creo que a ninguno de nosotros nos bastó nuestra infancia. A mí me pasó
demasiado rápido. No me di cuenta y ya me encontraba pagando facturas por un
lado y revisando el euríbor con el otro. No me arrepiento de nada en mi vida,
pero sin duda, crecí por encima de la velocidad permitida. Creo que por eso
estoy muy conectado con mi “yo” de la infancia. Con ese Juanito.
Subí a una higuera de un salto, y la verdad, fue divertidísimo. Os lo
recomiendo. Mi mujer, al ver mi cara, tuvo que probarlo.
El gran Neruda dijo una vez: “El niño que no juega no es niño, pero el
hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará
mucha falta.
Pequeña felicidad Número 12.
No hay comentarios:
Publicar un comentario