Alma artística, cuando vemos un coche lleno de polvo
no nos podemos controlar, pasaríamos horas escribiendo y pintando sobre él con
nuestro dedo índice.
De niño mi madre me regañaba por ello, “no escribas
que luego queda marca”. Me miraba el dedo y no podía entender cómo podía tener
tanto poder un apéndice de carne y hueso, pero yo, que era de esos niños
buenos, y le creía.
He visto verdaderas obras de ingenio, “Dios hace
milagros pero no limpia coches” o “Tu coche no puede con el sobrepeso del barro
que llevas encima” son algunas de ellas. Yo, que me resigno a ser esclavo de la
pulcritud de mi coche, he sido víctima de estas misivas, mi cuñadita se esmeró
en escribirme un gran “oing,oing”, pero los que me conocen ya lo saben, no me enfado
por estas cosas. Mejor administrar adecuadamente la expulsión de basuras y
suciedades.
Pequeña felicidad Número 109.