Odio que me sirvan la comida
ardiendo en los restaurantes. Es como si te tocara la lotería, te dieran el
dinero pero no lo pudieras gastar por un tiempo. Tener el plato delante de la
cara y no poder comer de él es algo insufrible.
La sopa demasiado caliente es la
culpable de los “sorbetones” de cuchara.
Pequeña felicidad Número 106.
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