viernes, 15 de junio de 2012

#106. La comida que ni quema, ni está fría.


Odio que me sirvan la comida ardiendo en los restaurantes. Es como si te tocara la lotería, te dieran el dinero pero no lo pudieras gastar por un tiempo. Tener el plato delante de la cara y no poder comer de él es algo insufrible.

La comida sabe mejor en su temperatura justa, ahí donde puedes dar bocados pasionales, con la boca llena sin temor a rojeces y escaldaduras bucales.

La sopa demasiado caliente es la culpable de los “sorbetones” de cuchara.

Pequeña felicidad Número 106.

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