Qué atrevida es la ignorancia infantil. Un concierto en directo es algo
que sólo se aprecia de mayor. Te das cuenta que no importa que no lo hagan como
en los discos, que desafinen o que los solos de guitarra no suenen igual. Lo
que importa es estar viendo algo que jamás se volverá a repetir de la forma en
la que lo estás viviendo.
Ayer fuimos a ver (y a apoyar) a los grupos de rock locales de la
ciudad. Yo mismo canto en un grupo y no nos falta mucho para debutar, sentí
envidia sana, no importa la gente que hubiera o que la acústica no fuera buena,
sólo el que ha estado arriba sabe lo que significa tener alguien abajo.
Pequeña felicidad Número 94.
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