Ahora mismo miro a través de la ventana y cada minuto puedo ver como un
rayo recorre el cielo negro que protege mi casa. Desde niño siempre sentí
fascinación por los relámpagos, me parecía algo inexplicable, no me cuadraba
eso de ver algo que no puede tocarse, siempre decía que eran como los arcoíris de
la noche.
Hoy os lo recomiendo, sentaos cerca de una ventana, apagad las luces y
mirad a nuestro olvidad cielo.
Pequeña felicidad Número 82.
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