Dicen que las personas generosas tan
siquiera necesitan que les den las gracias. Mentira. Me considero un hombre
infinitamente generoso y me molesta horripilantemente que no me agradezcan las
cosas.
Mi madre siempre dice que quedar
bien cuesta muy poco, y a la gente se le está olvidando lo que significa la
gratitud.
De pequeño me enseñaron siempre a
dar las gracias ya fuera en una tienda al terminar la compra o cuando alguien
me preguntara “¿Cómo estás?”. Muy bien, GRACIAS.
Reconozco que cuando compro o pago
algo, quiero que me den las gracias, cuando esto no sucede, por ejemplo en un
restaurante, al salir querría llevarme algo a cambio de tal desprecio, una
silla, una mesa o un par de langostas del acuario-mostrador.
Este mundo sería mejor con un
gracias final.
Gracias. Amén.
Pequeña felicidad Número 79.
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