martes, 17 de abril de 2012

#56. Un matrimonio anciano de la mano.


Cuando vivía con mis padres, justo en la esquina, vivía una pareja de ancianos, no recuerdo sus nombres, pero sí recuerdo verlos siempre juntos. A veces, en pleno verano, y cuando el mundo era un poco más tranquilo, sacaban dos sillas a la cera de la calle, y pasaban horas y horas sentados, a veces hablaban y reían, otras simplemente permanecían el uno al lado del otro sin mediar palabra durante horas, como si no lo necesitaran.

Recuerdo que no podía dejar de mirarlos desde mi balcón, me reconfortaba ver que el romanticismo, quizás no estaba del todo enterrado.
"Cuando mi voz calle con la muerte,
mi corazón te seguirá hablando."

Rabindranath Tagore-1861-1941

Un día salí a comprar el pan y no vi sus sillas, me extraño pero no le di mayor importancia, una semana después seguían sin aparecer, mi madre me dijo que la anciana había enfermado y que no estaba bien. A los pocos días falleció, aunque vi alguna que otra vez al anciano pasear, jamás volví a verlo sentado en esa cera. No mucho tiempo más tarde, también falleció él, sin más. No estaba enfermo, simplemente murió. Para que digan que no se puede morir de pena.

Aún hoy, cada vez que voy a ver a mis padres, no puedo evitar mirar a esa esquina, hay mucho más de lo que podemos ver, y hay mucho más por sentir de lo que creemos poder hacer.

Pequeña felicidad Número 56.

1 comentario: