viernes, 16 de marzo de 2012

#24. Pasar todo el día en pijama.


Está muy bien eso de hacer planes, salir a pasear, a comer fuera o a ver una película en el cine, pero hay una variante opuesta que, de vez en cuando, se convierte en un súper-lujo cargado de felicidad. Estoy hablando de ese día vago que te quedas todo el día en casa con el pijama puesto.
Bridget Jones, perfecto ejemplo del
"Efecto-Pijama"

No suele ser premeditado, te levantas un domingo algo más tarde de lo habitual, deambulas con el pijama hasta la cocina y te das cuenta de que en lugar de desayunar, ya casi toca hacer la comida. Te preguntas que para qué te vas cambiar de ropa, si lo más seguro es que te ensucies.

La comida ya preside la mesa y te vuelves a preguntar: “para qué cambiarme de ropa, como con el pijama puesto y luego me hecho una siesta mirando la peli de la tarde más cómodo que nadie.”

De repente todo lo que existe de puertas hacia fuera es peor. Si luce el Sol dices que hace calor, y si llueve, es que puedes constiparte. En casa mejor.

Es curioso, pero cuando uno pasa todo el día en pijama, es capaz de realizar actividades que nunca se suelen hacer, como jugar al parchís, abrir regalos de Navidad, leer un libro o ordenar cd’s. Es el “efecto-pijama”.

Ya lo sabéis, si no queréis gastar un euro el fin de semana, no os quitéis el pijama.

Pequeña felicidad Número 24.

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