viernes, 24 de febrero de 2012

#3. Encontrarte todos los semáforos en verde.


Sales tarde de casa hacia el trabajo. Corres. Te metes en el coche con un sorbo de café caliente aún en la boca. Te has dejado la cartera, maldita sea. Sales, quieres abrir la puerta de casa y te has dejado las llaves en el coche, vuelves a él, coges las llaves, te metes en casa y no encuentras la cartera. Sucesos paranormales. Al final la ves donde la dejaste. Memoria paranormal. Sales pitando, te metes en el coche, das el contacto y te dispones a salir. “¿He cerrado con llave?”. Por un momento sopesas la idea de marcharte dejando la puerta abierta dispuesta para que los chorizos se ganen el pan. No, la conciencia te puede, bajas para comprobar que efectivamente, habías hecho los deberes y la casa estaba cerrada. Fantástico. Ya puedes salir, con el corazón en la tráquea y 5 minutos menos.

Pero no todo son espinas en un rosal. Primer semáforo, verde. No vas rápido, porque hay crisis. La gasolina es cara y las multas prohibitivas. Quieres coger un atajo pero cuando ya estás en él te acuerdas de que 2 semáforos esperan como el día de tu cumpleaños, inevitables. Pero hoy es tu día, ambos en verde, verde clorofílico. Vas lanzado amigo. Llegarás a tiempo, pero falta un último escollo, un semáforo enorme, parece un árbol de navidad. Conoces un camino alternativo, pero te seduce la idea de ver si haces un pleno, un strike, un golazo o un re-póker en toda regla. Enfilas la calle y lo ves al fondo, más rojo que un déficit. Te recorre un sudor frío, piensas: “eso me pasa por chulo”. Sorpresa, cuando faltan 20 metros pasa a verde, verde como la bandera de la playa que invita a bañarte con tu hijo pequeño sin miedo. “Pasa, hoy invito yo, no preguntes.”

Cuatro de cuatro. Puntual al trabajo. Nadie más en el paro… por unos minutos.

Esta misma mañana, todo Verde. Buenos días.


Pequeña felicidad Número 3.

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